7/1/08

Comenzar con Anto

Good time for a change
See the luck I've had
Can make a good man turn bad
So please let me
Get what I want this time

Morrissey me vacilaba bastante alla por el dosmil seis , y en especial esta canción llamada Please, please, please, let me get what I want. Escuchaba mucho esta música mientras hacía mis primeras rutas sobre una Goliat roja que quise mucho y hasta nombré: se llamaba Anto. Se llamaba porque ya no la tengo, me la robaron por cojudo, por pasar por Piñonate a las siete de la noche.

Con Anto bajé ocho kilos porque era una bici muy pesada, de fierro y con un tremendo resorte. Aún así recorrimos juntos idas y vueltas de mi disque entrenamiento por la ciudad, un par de bajadas de Canta a Lima, una durísima La Oroya-Jauja y varias rutas más por pista asfaltada y afirmada. La quería tanto que en mis salidas llevaba conmigo, además de los clásicos pertrechos, un trapito para quitarle el barro y la tierra cuantas veces pudiera. En esa epoca no conocia a ningún cletero, no había visto ninguna revista, ni un vídeo, no hablaba el idioma, ni tenía las maneras, un ciclista sin forma ni nada. Solamente paseaba con Anto y ella me hacia sentir muy bien y olvidaba la ansiedad mientras la pedaleaba. Quedaban a un lado mi mala historia, mis errores, lo mal que me sentía a mis veinticinco años, lo poco que sentía que había hecho por mi y por todos hasta ese momento. Por algún motivo esa movilidad aplacó mi malestar y la rabia con la que vivía como por arte de magia. Eso que dicen, que quien hace deporte se siente más feliz, es cierto, se los puedo asegurar.

El catorce de mayo del dosmil seis, un sábado, fui a emancipación a comprarle a Anto una pieza que era lo ultimito de la tecnología cletera. Dos horas despues, a las siete de la noche, volvía a mi casa y por flojera atravesé la avenida Grau que cruza Piñonate para ahorrarme unos minutillos. De repente me encontraba esquivando a un sujeto que se me atravesó a toda velocidad, no pude eludir al segundo porque me dió un manazo. Por eso salí volando y caí. Termine con ocho choros encima. Forcejee con ellos pero al final se llevaron la bici, un discman y mi billetera no sin antes propinarme varios golpes y hasta mordidas. Ahi me despedi de la Anto.

Trato de imaginar el final de ese pedazo de metal que para mi fue tan especial. ¿Donde estarás Anto? Gracias por ayudarme a dar vuelta a la página, por enseñarme que para avanzar hay que pedalear mucho.

No hay comentarios: